7. Linda
(Narrador: Marcus)
Creo que he sido demasiado severo con Julia, después de todo yo soy el culpable de que nuestra relación careciera de interés. Julia es una mujer, y vivimos dominados por una moral en la que los hombres seguimos teniendo la iniciativa en la conquista, y hemos de someter sus voluntades para que podamos hacer realidad todas muestras fantasías sexuales. Eso debe ser lo que me atrae de Linda, tener la convicción de que puedo satisfacer todas mis reprimidas pasiones. Ella misma se ofreció a ser «¡mi amiga prostituta!». No pudo ser más clara. ¿Acabaré llamándola? ¿Y qué será de mi reputación? Ella no oculta su profesión. Por su provocativa forma de vestir, todos sabrán que es una mujer de la calle, y además drogadicta. ¿Me atrevería a entrar con ella en el Café Central? ¿Sería capaz de asistir con ella a un Concierto de la Filarmónica, o a la Ópera? ¡Sí, ella puso el dedo en la llaga: yo soy tan culpable como los demás! Un soberano hipócrita, que se ha ganado su reputación por no tener relaciones con prostitutas y hacerse acompañar por la respetable bibliotecaria del barrio.
No podemos conocernos si no tenemos tentaciones que vencer. Quien no vive las pasiones no sabe lo qué es la pasión. Después de todos estos extraordinarios sucesos, regreso a mi apartamento sumido en una gran confusión. A mis años todas mis convicciones morales se tambalean y necesito meditar sobre todo esto y encontrar una respuesta justa y razonable. Aura me ha dejado una nota en mi puerta; quiere verme porque ha tenido una visión sobre los sucesos de la noche anterior y quiere contármela. Me recibe en su lugar de trabajo. Una habitación con una decoración capaz de sugestionar sobre sus poderes de adivina al más escéptico. En el centro, sobre una mesita redonda cubierta con un cubre mesa de color púrpura, está la misteriosa bola de cristal, donde se supone que ve el futuro de sus clientes Ella también está conmocionada por los sucesos.
—Ha sido conmovedora la manifestación de solidaridad del barrio contigo. ¿Cómo se encuentra la joven intoxicada? ¿Sigue en tu apartamento?
—No, se recuperó y se ha marchado. Aura, tú eres adivina, tal vez deberías echarme las cartas y me sacarías de dudas sobre mi futuro.
—No te inquietes. Marcus, tengo buenas noticias para ti sobre esa mujer, que he visto en mis cartas. —Aura debe leer mis pensamientos, por algo se gana la vida leyendo nuestro futuro en su mágica bola de cristal—. ¡Tu futuro está inevitablemente unido a esa mujer!
—¿Pero sabes que es una prostituta?
—¡Por supuesto! ¿Y eso te inquieta? ¡Te has enamorado de una prostituta, y no sabes qué hacer: si olvidarte de ella o ir en su busca...
—¡Los que dicen que eres una bruja tienen razón! La deseo, pero a mi edad no puede ser amor; ya desconozco el significado de esa palabra.
—No creo nada de lo que me dices —Aura también descubre mi hipocresía—. ¿Por qué te avergüenza reconocer que estás enamorado? Cuánto más viejos nos hacemos más necesitamos amar y ser amados, pero sólo unos pocos privilegiados lo encuentran, el resto nos iremos de este mundo sin dejar de añorarlo. ¿Qué otro significado tiene tu turbación? ¡No seas estúpido, corre en busca de tu amiga puta, porque ella te está esperando!
—¿Lo has leído en tu bola de cristal?
—Sí, lo he visto en mis cartas. Pero también lo leí en la forma en que la mirabas cuando yacía en tu cama. ¡Entonces te diste cuenta de que ya no volverías a conciliar tu sueño sin su compañía. Solo descubriste que la vida sin una mujer en tu cama es una forma de muerte en vida. ¡La mayoría vivimos como zombis! La providencia quiere salvarte de ese horrible estado, ¡no le des la espalda!
Noto en su profunda y misteriosa mirada la sabiduría que no puede aprenderse en los libros. Su entendimiento le viene directamente de algún lugar del cosmos donde están escritos nuestros destinos. Sí, ella me ha convencido; iré en su búsqueda y soportaré el rechazo moral de esos vecinos que hoy me mostraban su afecto, pero que no será suficiente para justificar mi elección. Todos defenderán y compadecerán a la despreciada bibliotecaria. Yo me convertiré de la noche a la mañana de héroe en villano. No puedo evitar hacerle esta angustiosa pregunta:
—¿Y qué será de mi reputación? Incluso perderé muchos de mis escasos clientes y puede que me vea obligado a cerrar la bisutería. ¿Y cómo me ganaré la vida?
—Solo perderás unos pocos clientes, pero ganarás otros que aprobarán tu valentía si no te ocultas.
—Y ella, ¿abandonará su profesión? Estoy seguro de que es mucho más rentable que la mía.
—No conozco ninguna prostituta que ejerza su profesión por vocación. La mayoría la abandonarían si tuvieran oportunidad de ganarse la vida de otra forma y tuvieran alguien honesto a su lado que las ayudara.
—Yo supe desde aquella noche en que apenas podía mantenerse en pie y se abrazó a mí, que mi vida sufriría un impredecible vuelco. ¡Hasta el olor de su piel era nuevo para mí!
Aura permanece en un pensativo silencio. Tengo la impresión de que mis apasionadas declaraciones le afectan por alguna razón.
—Marcus, sé como te sientes. Tú sabes que yo suelo hacer alardes de mi soltería, y debes creer que soy una bruja adivina sin sentimientos. Pero, aunque me cueste aceptarlo, no es toda la verdad. Me gustaría estar en tu lugar y reunirme con alguien a quien por mi honradez y sentido del deber, hubiera salvado la vida. Unirse a un hombre o a una mujer solo por amor no es suficiente, tiene que haber otras razones más poderosas y, sobre todo, generosas. Es necesario que el amor sea el fruto de algún sacrificio; algo que agradecer. Y yo no he tenido tu suerte ni la oportunidad de hacer algo por alguien para merecer su sincero amor. Esa desdichada mujer amiga tuya sabe que le has salvado la vida y, por muy poco que la aprecie, es una razón suficiente para entregarse a ti sin reservas...
Aura me ha abierto su corazón, y me apena lo que escucho. Sí, esa es la verdad. Aprecio a esta mujer, pero siempre pensé que solo vivía para su negocio, y no estaba interesada por nada más. Nunca la he visto acompañada por alguien que pudiera ser su amante. Hoy debe ser el día señalado para las confidencias. Aura parece necesitar confiar en alguien los secretos de su pasado. Puede que no sean muy gratos y le pesen en la conciencia. Pero no podemos seguir hablando en la escalera. La invito a mi apartamento y preparo dos tazas de reconfortante té. Aura es mi vecina desde hace más de cinco años, y aunque siempre hemos mantenido relaciones cordiales, nunca antes nos habíamos hecho esta clase de confidencias.
He visto entrar en su apartamento personas de todas las edades y posición social. Creo que entre sus clientes habituales hay importantes ejecutivos de renombradas empresas, quienes al parecer creen en sus predicciones sobre sus negocios. También he visto salir de su casa a Efraín, y creo que la visitan con regularidad otros políticos de cierto nivel. Pero nunca la he visto acompañada de alguien que pudiera ser su pareja habitual. Aura sale poco y desde luego no es asidua del Café Central.
Creo que he sido demasiado severo con Julia, después de todo yo soy el culpable de que nuestra relación careciera de interés. Julia es una mujer, y vivimos dominados por una moral en la que los hombres seguimos teniendo la iniciativa en la conquista, y hemos de someter sus voluntades para que podamos hacer realidad todas muestras fantasías sexuales. Eso debe ser lo que me atrae de Linda, tener la convicción de que puedo satisfacer todas mis reprimidas pasiones. Ella misma se ofreció a ser «¡mi amiga prostituta!». No pudo ser más clara. ¿Acabaré llamándola? ¿Y qué será de mi reputación? Ella no oculta su profesión. Por su provocativa forma de vestir, todos sabrán que es una mujer de la calle, y además drogadicta. ¿Me atrevería a entrar con ella en el Café Central? ¿Sería capaz de asistir con ella a un Concierto de la Filarmónica, o a la Ópera? ¡Sí, ella puso el dedo en la llaga: yo soy tan culpable como los demás! Un soberano hipócrita, que se ha ganado su reputación por no tener relaciones con prostitutas y hacerse acompañar por la respetable bibliotecaria del barrio.
No podemos conocernos si no tenemos tentaciones que vencer. Quien no vive las pasiones no sabe lo qué es la pasión. Después de todos estos extraordinarios sucesos, regreso a mi apartamento sumido en una gran confusión. A mis años todas mis convicciones morales se tambalean y necesito meditar sobre todo esto y encontrar una respuesta justa y razonable. Aura me ha dejado una nota en mi puerta; quiere verme porque ha tenido una visión sobre los sucesos de la noche anterior y quiere contármela. Me recibe en su lugar de trabajo. Una habitación con una decoración capaz de sugestionar sobre sus poderes de adivina al más escéptico. En el centro, sobre una mesita redonda cubierta con un cubre mesa de color púrpura, está la misteriosa bola de cristal, donde se supone que ve el futuro de sus clientes Ella también está conmocionada por los sucesos.
—Ha sido conmovedora la manifestación de solidaridad del barrio contigo. ¿Cómo se encuentra la joven intoxicada? ¿Sigue en tu apartamento?
—No, se recuperó y se ha marchado. Aura, tú eres adivina, tal vez deberías echarme las cartas y me sacarías de dudas sobre mi futuro.
—No te inquietes. Marcus, tengo buenas noticias para ti sobre esa mujer, que he visto en mis cartas. —Aura debe leer mis pensamientos, por algo se gana la vida leyendo nuestro futuro en su mágica bola de cristal—. ¡Tu futuro está inevitablemente unido a esa mujer!
—¿Pero sabes que es una prostituta?
—¡Por supuesto! ¿Y eso te inquieta? ¡Te has enamorado de una prostituta, y no sabes qué hacer: si olvidarte de ella o ir en su busca...
—¡Los que dicen que eres una bruja tienen razón! La deseo, pero a mi edad no puede ser amor; ya desconozco el significado de esa palabra.
—No creo nada de lo que me dices —Aura también descubre mi hipocresía—. ¿Por qué te avergüenza reconocer que estás enamorado? Cuánto más viejos nos hacemos más necesitamos amar y ser amados, pero sólo unos pocos privilegiados lo encuentran, el resto nos iremos de este mundo sin dejar de añorarlo. ¿Qué otro significado tiene tu turbación? ¡No seas estúpido, corre en busca de tu amiga puta, porque ella te está esperando!
—¿Lo has leído en tu bola de cristal?
—Sí, lo he visto en mis cartas. Pero también lo leí en la forma en que la mirabas cuando yacía en tu cama. ¡Entonces te diste cuenta de que ya no volverías a conciliar tu sueño sin su compañía. Solo descubriste que la vida sin una mujer en tu cama es una forma de muerte en vida. ¡La mayoría vivimos como zombis! La providencia quiere salvarte de ese horrible estado, ¡no le des la espalda!
Noto en su profunda y misteriosa mirada la sabiduría que no puede aprenderse en los libros. Su entendimiento le viene directamente de algún lugar del cosmos donde están escritos nuestros destinos. Sí, ella me ha convencido; iré en su búsqueda y soportaré el rechazo moral de esos vecinos que hoy me mostraban su afecto, pero que no será suficiente para justificar mi elección. Todos defenderán y compadecerán a la despreciada bibliotecaria. Yo me convertiré de la noche a la mañana de héroe en villano. No puedo evitar hacerle esta angustiosa pregunta:
—¿Y qué será de mi reputación? Incluso perderé muchos de mis escasos clientes y puede que me vea obligado a cerrar la bisutería. ¿Y cómo me ganaré la vida?
—Solo perderás unos pocos clientes, pero ganarás otros que aprobarán tu valentía si no te ocultas.
—Y ella, ¿abandonará su profesión? Estoy seguro de que es mucho más rentable que la mía.
—No conozco ninguna prostituta que ejerza su profesión por vocación. La mayoría la abandonarían si tuvieran oportunidad de ganarse la vida de otra forma y tuvieran alguien honesto a su lado que las ayudara.
—Yo supe desde aquella noche en que apenas podía mantenerse en pie y se abrazó a mí, que mi vida sufriría un impredecible vuelco. ¡Hasta el olor de su piel era nuevo para mí!
Aura permanece en un pensativo silencio. Tengo la impresión de que mis apasionadas declaraciones le afectan por alguna razón.
—Marcus, sé como te sientes. Tú sabes que yo suelo hacer alardes de mi soltería, y debes creer que soy una bruja adivina sin sentimientos. Pero, aunque me cueste aceptarlo, no es toda la verdad. Me gustaría estar en tu lugar y reunirme con alguien a quien por mi honradez y sentido del deber, hubiera salvado la vida. Unirse a un hombre o a una mujer solo por amor no es suficiente, tiene que haber otras razones más poderosas y, sobre todo, generosas. Es necesario que el amor sea el fruto de algún sacrificio; algo que agradecer. Y yo no he tenido tu suerte ni la oportunidad de hacer algo por alguien para merecer su sincero amor. Esa desdichada mujer amiga tuya sabe que le has salvado la vida y, por muy poco que la aprecie, es una razón suficiente para entregarse a ti sin reservas...
Aura me ha abierto su corazón, y me apena lo que escucho. Sí, esa es la verdad. Aprecio a esta mujer, pero siempre pensé que solo vivía para su negocio, y no estaba interesada por nada más. Nunca la he visto acompañada por alguien que pudiera ser su amante. Hoy debe ser el día señalado para las confidencias. Aura parece necesitar confiar en alguien los secretos de su pasado. Puede que no sean muy gratos y le pesen en la conciencia. Pero no podemos seguir hablando en la escalera. La invito a mi apartamento y preparo dos tazas de reconfortante té. Aura es mi vecina desde hace más de cinco años, y aunque siempre hemos mantenido relaciones cordiales, nunca antes nos habíamos hecho esta clase de confidencias.
He visto entrar en su apartamento personas de todas las edades y posición social. Creo que entre sus clientes habituales hay importantes ejecutivos de renombradas empresas, quienes al parecer creen en sus predicciones sobre sus negocios. También he visto salir de su casa a Efraín, y creo que la visitan con regularidad otros políticos de cierto nivel. Pero nunca la he visto acompañada de alguien que pudiera ser su pareja habitual. Aura sale poco y desde luego no es asidua del Café Central.